“La espiritualidad laical ”
por el Pbro. Lic. Raúl Díaz Corbo
En el año 2012 se cumplirán 150 años del nacimiento del Dr. Luis Pedro Lenguas Algorta y 80 de su fallecimiento. Creo oportuno dar a conocer a las nuevas generaciones la figura entrañable de este laico uruguayo.
Es sabido que el Dr. Lenguas recibió en vida y aún después de su muerte numerosísimas muestras de reconocimiento y gratitud por la labor desempeñada, pero tratándose de tan ilustre oriental y digno hijo de la Iglesia se nos torna una doble y grata obligación evocar su memoria.
A comienzos del año 2000, cuando me hallaba buscando más información sobre el Siervo de Dios Walter Elías Chango Rondeau, recuerdo haberme enfrentado también con unas publicaciones en las que se hacía referencia a la muerte del Dr. Luis Pedro Lenguas, acaecida en olor de santidad el día 4 de marzo de 1932. Mientras leía aquellas líneas me percaté que el doctor había pertenecido a la Parroquia - Basílica de Ntra. Señora del Carmen de la Aguada, entonces exclamé interiormente: ¡ésta Basílica es cuna de santos!
Efectivamente este sagrado recinto fue testigo de la fe de dos laicos ejemplares: Walter Elías y Luis Pedro. En adelante me referiré a ambos con esta familiaridad de trato, fruto del cariño que les fui tomando a medidas que avanzaba en mi investigación. Tal confianza no pretende disminuir el alto concepto que tengo de ellos sino todo lo contrario.
Es curioso poder encontrar tantas coincidencias espirituales entre ellos, no obstante, las diferencias de edad, de estado y de ocupación.
Walter Elías, pese a sus pocos años, tenía la serenidad de un hombre adulto; Luis Pedro la sabiduría y experiencia del anciano. Ambos espiritualmente maduros supieron acrisolar la fe en el ofrecimiento y aceptación de la cruz hasta el abandono total de sus vidas.
Walter en su agonía manifestó tal fortaleza de ánimo que asombraba a quien le veía “Estoy en manos de Dios. Sea lo que Él quiera”. Y tomando el crucifijo bendecía a sus padres. Había hecho colocar en la cabecera de su cama una imagen de Jesús coronado de espinas que gustaba contemplar profundamente. “Tengo un Maestro de sufrimiento”, repetía cada vez que alguien le preguntaba la razón de su fortaleza.
Luis por su parte cuando ya estaba cercano el fin de su vida terrena expresaba su abandono con estas palabras: “… será lo que el Señor disponga”.
Estos dos buenos cristianos vivieron un amor incondicional a la Eucaristía, encontraron en Jesús Pan de Vida la fuente y el motor de la existencia humana. Luis comenzaba su jornada diaria participando de la misa. Esta profunda piedad eucarística motivó al Papa León XIII a concederle autorización para tener un oratorio en su domicilio.
Walter escribía en su diario espiritual: “La misa es una acción, un acontecimiento visible, una realidad exterior, en la que debemos tomar parte y colaborar. La misa no es una representación o recuerdo, es una realidad presente. La misa del domingo debe influir, debe modificar nuestra vida durante la semana entera. Toda la semana debe estar centralizada, regida por la misa, que debe ser algo así como el sol que ilumine, que transforme toda aquella semana”.
Siendo pequeño fue capitán de la “Cruzada Eucarística”. Consistía en una agrupación de niños católicos. Solían hacer campamentos, juegos y se cultivaba en ellos el amor a Jesús sacramentado. Un antiguo testimonio recogido en el libro de Félix Chiappini “Walter E. Chango un joven católico” nos deja ver el grado de participación de Walter en su grupo de Cruzada Eucarística.
“Elegido poco después capitán de la Cruzada, el pequeño Chango se distinguió como bueno en el afán piadoso de atraer a los demás a la virtud y hacia el Sagrario, siendo también aquí un perfecto modelo de capitanes”.
Es oportuno señalar que ésta ha sido una constante en la vida de Walter, no solo pasaba largos ratos de oración ante el sagrario sino que continuaba invitando a otros al encuentro con Jesús presente en la eucaristía. Sus ex -compañeros del Curso Comercial a un año de su fallecimiento le dedicaron una placa con la siguiente inscripción:
“Puro como un ángel encendió con el fuego del Divino Amor su corazón que fue vivo Sagrario”.
Walter que en vida se alimentó con la eucaristía se convirtió tanto para sus contemporáneos como para las nuevas generaciones en un “Apóstol de la eucaristía”, así se lo suele llamar hoy a este joven aguatero que vivió apasionado por Jesús Hostia. Monaguillo y catequista que supo conducir a otros a al encuentro del Amor de los amores.
Otra característica común en la espiritualidad cristiana de Luis y de Walter fue la devoción a la pasión de Señor. No una devoción desencarnada sino profundamente comprometida. Enamorados del crucifijo supieron contemplarle y amarle con la naturalidad propia de los santos. Puesto que sabían reconocer al Crucificado en los más necesitados y sufrientes.
Walter tenía un tío médico. En varias ocasiones acudía al mismo solicitándole atención gratuita para aquellos enfermos pobres que visitaba en sus ratos libres.
Luis Pedro por su parte había hecho de la medicina un verdadero apostolado. Así se lo había pedido su madre en el día de su graduación, así el mismo quiso vivirlo y con estas palabras lo expresó:
“La misión de médico creyente, no se reduce solo al alivio de las miserias de la carne, porque es allí donde precisamente empieza la sublime medicina que se encamina a la salud del alma”.
En una oportunidad realizó un viaje a Europa con su familia y se dirigió a su paciente con estas palabras:
“Pido a mis enfermos que, siguiendo los preceptos del P. Parreyve cuando se sientan agobiados por el sufrimiento, cuando crean que las fuerzas van a abandonarlos, se postren, como el leproso, como el centurión, como el paralítico de la piscina, como el ciego de Jericó, como Marta y María, a los pies de Aquel que no dejó de socorrer jamás a los que desfallecen en el camino e imploran su auxilio”.
Vale destacar que estos dos prestigiosos laicos uruguayos vivían la oración contemplativa de cara a la acción. Por otra parte sus numerosas obras no eran fruto de una simple filantropía sino de una piedad sincera y profunda, madurada en la oración específicamente cristocéntrica, ya sea frente al Santísimo Sacramento o ante la imagen de Jesús crucificado. Indiscutiblemente se sabían en constante misión y no desperdiciaban oportunidad alguna para anunciar a Jesucristo.
Tanto Walter como Luis gozaban de una importante valoración de parte de las jerarquías eclesiásticas, pero ésta no era menor dentro del mismo laicado. Eran referentes que trascendían sin exageraciones los muros parroquiales.
En cuanto a Luis Pedro podemos leer en el periódico “Amigo del Obrero” que el mismísimo Mons. Mariano Soler le llamaba el “patriarca de la Aguada”, no “patriarca” por la edad, que estaba en pleno vigor juvenil, sino “patriarca” por la autoridad de su persona, por la rectitud de su vida ejemplarísima, por el celo de sus actos y el acatamiento que le profesaban sus con feligreses. La palabra de Monseñor Soler es de un timbre de soberana autenticidad. El doctor Lenguas no es ya el “patriarca de la Aguada”, es más, es uno de los poquísimos “patriarcas” del catolicismo uruguayo.
Walter con motivo del III Congreso Eucarístico Nacional recorría las casas de sus vecinos invitándolos a colocar en sus puertas el logo del Congreso que el mismo lucía orgulloso en la solapa de su saco y que había pintado en cantidades para repartir por toda la Aguada. Cuenta su ahijado, el Dr. Enrique Rondeau, que solía acompañarlo en esta tarea llamándole la atención como la mayoría de los vecinos le escuchaban atentamente con un respeto que se podría decir religioso.
Con la muerte de Walter su fama se acrecienta debido al ejemplo de santidad que nos dejara. Resulta curioso saber que en la II movilización de la juventud católica, el Padre Furlong dijo en la iglesia del Cordón: “Tened a Walter por vuestro modelo…”.
Tal invitación del P. Furlong a aquellos jóvenes, que fueron los antepasados de la actual Pastoral Juvenil, nos revela el lugar destacado que ocupaba entonces nuestro querido Siervo de Dios Walter E. Chango. Vemos también como el ejemplar joven católico de la Aguada fue propuesto como modelo para todos los jóvenes uruguayos.
La devoción mariana fue también una característica espiritual que se dio muy fuertemente en ambos.
El diario “El Bien Público” con fecha 5 de marzo de 1932 nos dice que el Dr. Luis Pedro Lenguas: “Solía en su carruaje y aún a pie, recorrer con la mano en el bolsillo las cuentas de su rosario y recogerse en la oración mental con avezada costumbre antigua”.
El mismo Luis Pedro en una carta desde Francia escribe: “En la gruta, a los pies de la Virgen, junto a mis hijos, tuvimos el primer recuerdo y el más tierno para las prendas amadas que nos precedieron en el camino y después para todos los que están unidos a nosotros por la sangre, por el afecto, por el cariño y por la amistad. No nos olvidamos de los que no creen, de los que sufren, de los que nos han ofendido y hemos agraviado, de todos, en fin. La lista estaba completa y estaba escrita con caracteres imborrables en lo más íntimo del alma. Ahí van esas pobre líneas, pálido reflejo de nuestros sentimientos, en esta visita inolvidable a Nuestra Señora de Lourdes”.
En cuanto a la devoción mariana de Walter nos dice el P. Nicoli:
“En los últimos días de su enfermedad, en que sus dolores no le permitían fijar la atención para hacer sus oraciones se lamentaba de no poder honrar a María con el rezo del Santo Rosario. Le enseñé a rezar con jaculatorias y se alegró mucho de poder dirigirse a la Santísima Virgen”.
El amor a la familia
Se ha dicho que Luis Pedro no descuidaba su familia por lo contrario se hacía tiempo, entre otras cosas, para leer a sus hijos obras de Shakespeare en inglés.
“Vivía para su hogar que plasmó en el molde del dulce hogar de Nazaret y al que consagró los más delicados afectos de su alma y los sentimientos puros de su corazón” Tomás G. Camacho.
Walter fue sumamente cariñoso con sus padres a quienes consoló con la esperanza de la vida eterna cuando estos lloraban su eminente partida.
En una oportunidad, antes de su enfermedad, había expresado el deseo de formar una familia cristiana. Si bien esto no pudo concretarse nos muestra sus anhelos cristianos en su vocación laical.
Son muchas más las similitudes que podemos encontrar en estos dos compatriotas que fueron, y de alguna manera siguen siendo, patriarcas del laicado uruguayo. Dejemos una vez más que ellos nos hablen, que nos acompañen en la Misión Continental, que nos contagien desde sus escritos el ardor y entusiasmo que albergaron en sus corazones y que los impulsó siempre a ser discípulos y misioneros del Señor Resucitado.
“No basta con que yo sea bueno, es necesario que trabaje para que sean buenos mis compañeros, no basta que yo sea honrado, también debo anhelar que sean honrados mis compañeros. El apostolado exige sacrificio, nada grande, nada bueno se hace sin ningún sacrificio, el que es cristiano y oriental debe saber que no debe amar las vulgaridades sino lo que es bueno, excelente aunque deba sacrificarse hasta lo último”… “No tenemos derecho a ser mediocres”. Walter Elías Chango Rondeau.
“…no hay que acobardarse, corramos a los pies de los altares a beber en esa fuente misteriosa que vivifica, y después de confortados emprendamos de nuevo la lucha, que con Dios en el corazón, nuestra será la victoria”. Dr. Luis Pedro Lenguas Algorta.
Basília Ntra. Señora de Carmen de la Aguada. Montevideo.